BARROCO:
Fue en el Barroco cuando la pintura de paisajes se
estableció definitivamente como un género en Europa, con el desarrollo del
coleccionismo, como una distracción para la actividad humana. Es un fenómeno
propio del norte de Europa que se atribuye, en gran medida, a la reforma
protestante y el desarrollo del capitalismo en los Países Bajos. La nobleza y
el clero, hasta entonces los principales clientes de los pintores, perdieron
relevancia, siendo sustituidos por la burguesía comerciante. Las preferencias de
ésta no iban hacia las complejas pinturas de historia, con temas de la
Antigüedad clásica, la mitología o la Historia Sagrada, ni hacia complejas
alegorías, sino que preferían temas sencillos y cotidianos, por lo que
alcanzaron independencia géneros hasta entonces secundarios como el bodegón, el
paisaje o la escena de género. Se produjo tal especialización que cada pintor
se dedicaba a un tipo de paisaje específico. Así había pintores que tomaban
como tema los «países bajos», esto es, los terrenos que quedaban bajo el nivel
del mar, con sus canales, pólders y molinos de viento; destacaron en este tipo
van Goyen, Jacob Ruysdael y Meindert Hobbema. Hendrick Avercamp se especializó
en estampas invernales, con estanques helados y patinadores.
Siendo el barroco su apogeo, hubo quienes se centraron en la
pintura de animales como Paulus Potter suele pintar vacas dentro del paisaje de
las llanuras y los pastos holandeses. Hubo quien se especializó en marinas,
diferenciándose entre quienes retrataban los barcos en las tranquilas aguas de
los puertos (Jan van de Cappelle, Willem van de Velde, el Joven) y los que
preferían el mar agitado por los vientos y las olas.
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